4 de Agosto de 1972

El Defensor 

DESDE SU CELDA CAPITAL DE LA

DIGNIDAD CIVICA 

Cárcel de Rawson (Chubut)

Señores Antonio Soria y Jaime Schmirgeld

Liga Argentina por los Derechos del Hombre

Buenos Aires 

De mi mayor consideración:

He recibido vuestra solidaria y combativa carta, cuyo contenido me ha llenado de sincera emoción y alegría. Aprecio en todo su alcance la fraternal preocupación de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre por la situación de todos los compañeros presos políticos, gremiales y estudiantes y por la mía en particular.

Todo lo que Uds. describen de lo realizado o lo programado para arrancar de las cárceles de la Dictadura a centenares de prisioneros por sus ideas y su militancia merece unánime aprobación, aplauso y estímulo. Con toda justicia podemos decir que la Liga es uno de los principales organismos de defensa de los derechos humanos de nuestro pueblo y que ninguno iguala su honrosa tradición en pro de la plena vigencia de las atribuciones fundamentales del hombre. Estoy absolutamente seguro que no hay cárcel en este país donde no haya llegado la cálida y abierta solidaridad de vuestra benemérita institución. Sé que todos los presos políticos y sociales argentinos de todas las épocas, del campo popular siempre tienen en su mente y en su corazón, el recuerdo y el cariño que despertó y despierta la permanente y activa presencia fraternal de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre.

Hoy más que nunca, adquieren trascendental valor y proyección las múltiples tareas que se materializan por la defensa de las libertades públicas y las denuncias contra la brutal represión que ejerce el régimen, traducido en crímenes, torturas, secuestros, encarcelamientos, intimidaciones, etc., etc. La represión también es ideológica y opera tanto afuera como en la propia vida interna de los prisioneros. Por ejemplo, aquí limitan y censuran el ingreso de libros, correspondencia personal y hasta los diarios que se venden todos los días en las calles de todo el país; ningún preso puede adquirir más de uno por día y se entrega por lo menos con 24 horas de atraso. A quien, como ha sucedido conmigo, emite una opinión sobre los problemas sindicales o políticos, se lo interroga, se labran sumarios y se lo castiga privándolo de los pocos derechos que rigen en la cárcel. Mientras todas estas cosas suceden con los militantes populares, nos enteramos que indultan a secuestradores integrantes de organismos oficiales de seguridad. Prueba más evidente del amparo con que se mueven y accionan los grupos terroristas parapoliciales o policiales directamente, no podría darse. Y también nadie deja de ver cómo los gangsters sindicales andan disparando sus pistolas como sucedió hace poco en el Hotel Savoy, o hace unos días en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, sin que ello significa que para la dictadura ninguna acción siquiera “perturbadora” del orden público, pues no solo la ley, o los fueros especiales les aplican, sino tan solo edictos u ordenanzas municipales. La alianza cómplice de los más reaccionarios elementos de las clases dominantes y los renegados y tránsfugas de la clase trabajadora enquistados en sus más altos organismos sindicales, prueba palmariamente a qué grado de descomposición ha llegado éste sistema opresor y explotador.

Estas son las respuestas “disuasivas” que pretende dar el régimen a la lucha popular. Toda una cadena eslabonada con lo más inhumano y degradante de que es capaz esta especie de subproductos de la “civilización” capitalista. Es que históricamente la verdad de este sistema ha fenecido. La nueva verdad, la que sacude desde los cimientos hasta la cúspide a la vieja estructura, se abre paso, clara, limpia, valiente, en medio de la podredumbre y de la resaca de todo lo irremisiblemente caduco.

Comprendemos y no nos lamentamos que así se haga la historia pero es de exclusiva responsabilidad de los negadores de la elevación del hombre y de la sociedad que todo esto suceda.

Nuestro humanismo reivindica siempre la posibilidad de que todo cambio se haga en paz. Más si así no lo quieren los detentadores de las riquezas, los privilegios y el poder, la clase obrera y el pueblo vivifican aún más ese auténtico humanismo y luchan indeclinablemente para que se haga realidad para todos.

Es por ello que quienes circunstancialmente padecemos un tipo de represión como es la cárcel, sabemos que la represión no esta sólo aquí, sino sobre todo el pueblo, con distintos grados y características, y que todos luchamos, aportando cuanto es posible para la liberación. Creemos que allí está lo fundamental sobre nuestras propias personas o intereses de cualquier tipo, incluidos los de la propia salud, aun cuando a ella la consideramos un preciado bien.

Deseo expresarles todo mi reconocimiento de trabajador por la campaña que desarrolla la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Deseo decirles que todo cuanto hacen por mí, excede las propias posibilidades del reconocimiento que merece. Y que, debo ratificar ante todo ello, todo lo que puedo dar en esta lucha común, que es una posición firme e inclaudicable, en todo momento y en cualquier circunstancia, indisolublemente ligada a la defensa de los derechos de la Clase Obrera y el Pueblo.

Quiero decirles, también que tenemos una gran confianza y optimismo en el desarrollo cada vez más unitario y combativo de las acciones populares. Marchamos adelante con fe y alegría. Nada puede ser más hermoso que participar aún desde la posición más modesta en la construcción de una nueva sociedad más justa, más digna, verdaderamente humana.

Sin más les saludo con toda cordialidad y afecto.

Un fraternal abrazo.

AGUSTIN TOSCO