24 de Octubre de 1969

“ELECTRUM”, N° 240  

REFLEXIONES BREVES — LOS ENEMIGOS DE LA NACION 

Nuevamente, desde los altos niveles de la Dictadura que oprime al país, se ha hablado de “los enemigos de la Nación”. Con particular insistencia el Presidente y el Ministro del Interior, elegidos por nadie, se refieren con estas palabras, a quienes no comparten y luchan contra la política regresiva, antipopular y reaccionaria, que se impone desde la Casa Rosada.

Nada más cómodo que tratar de explotar el sentimiento patriótico de los trabajadores argentinos, acusando de grupos minoritarios, de extremistas, terroristas, violen tos, enemigos de la Nación, a quienes exponen las causas fundamentales que originan el descontento y las protestas populares con lenguaje claro, valiente, no teñido de oportunismo colaboracionista.

A la par de esa acusación se toman medidas económicas y sociales que, si bien de ninguna manera satisfacen las necesidades individuales y colectivas, se plantean como los únicos remedios posibles, como los máximos que se pueden aplicar y que más allá de los mismos, todo se tornaría contra los propios trabajadores.

El expediente de explotar con palabras los sentimientos nacionales del Pueblo, cuando los hechos prueban lo contrario, no da más resultado. El Dictador’Onganía quiso reforzar el pobre impacto que su Ministro de Economía y Trabajo, Dagnino Pastore, había causado sobre las masas trabajadoras, con su “nueva política de ingresos”.

Onganía habló en tono paternalista a todos los argentinos que saben darse la mano por sobre circunstanciales diferencias. Pidió la unidad del país y agradeció, más que todo, a los empresarios por el esfuerzo que habían realizado. De ese “entente cordiale” excluyó, lógicamente a los “enemigos de la nación”. Pero ya con uno de los “amigos de la nación” tuvo diferencias después de conocidas las medidas oficiales.

De la solución de los cinco puntos, de que tan eufóricamente hablaron los viejos y los nuevos participacionistas a la salida de la audiencia con Onganía, fue tan poco lo materializado, que el mismo Cesáreo Melgarejo, titular de La Fraternidad, protestó y señaló que el incremento salarial era una aberración y que con tales decisiones nada se arreglaba.

Este “amigo”, cuando salía de la audiencia, después del levantamiento del paro y antes del discurso de Dagnino Pastore, fue reporteado por radio El Mundo. Para quienes escuchamos la sonoridad de su voz y sus palabras, nos resultó realmente cómico y ridículo su exultante optimismo:

P.: ¿Qué resultado tuvo la entrevista con el presidente Onganía?

R.: ¡ Optima...! ¡ Optima...!

P.: ¿Habrá aumentos de salarios?

R.: Sí. El señor presidente es muy optimista.

P.: ¿Y los presos políticos?

R.: Sí, habrá solución a muy breve plazo.

P.: ¿Y sobre el estado de sitio?

R.: Se ha producido el gran reencuentro entre los trabajadores y el señor presidente. Tengo una impresión óptima de todo.

Así concluyó el presidente de La Fraternidad.

Después del discurso de Dagnino Pastore y del de Onganía, Melgarejo tuvo que hacer una especie de acto de contrición y arrepentirse; con lo que por allí quedaba vinculado, también, a los “enemigos de la Nación”.

Pero tiene nuestra Patria tantos “enemigos” en su propio suelo que, constantemente, la Dictadura debe hacer funcionar el Consejo Nacional de Seguridad (Conase) y la Junta de los tres Comandantes (tierra, mar y aire). Tiene que rotar a cientos de presos a disposición del Poder Ejecutivo (a los que no se les imputa ningún delito). Que le son necesarios reiterados ejercicios militares, desplazamiento de tropas, emplazamiento de armas pesadas y tremendas campañas sicológicas para intimidar y anonadar, si es posible, a todo el pueblo...!

¿Por qué Onganía y su equipo no llaman a un plebiscito para que toda la población decida sobre si está de acuerdo con él o con lo que sostienen los denominados “enemigos de la Nación”...?

¿Por qué no hacen imputaciones concretas a todos los detenidos por Estado de Sitio y los lleva a la Justicia ordinaria...?

¿Por qué no transfieren, a la misma Justicia, a los condenados por los ilegales Tribunales de Guerra para comprobarles, en un proceso con las mínimas garantías de defensa, los cargos que se les han hecho?

¿Por qué no remiten también a la Justicia a los ciudadanos extranjeros, antes de deportarlos…?

¿Por qué no restituyen los gremios intervenidos o llaman a elecciones libres en los mismos, en forma inmediata, con participación de las direcciones dejadas cesantes o encarceladas…?

¿Por qué no restituyen la libertad de prensa…?

¿Por qué no permiten la libre expresión por radio y televisión…?

Los pretextos para justificar toda la política que lleva adelante la dictadura contra los verdaderos intereses nacionales y populares y contra las libertades públicas, es colocar su programática bajo la advocación de la frase “occidental y cristiana” y calificar a los opositores como enemigos de la Nación.

Porque para Onganía, ser occidental y cristiano es adoptar un régimen de unicato reaccionario, de oscurantismo y de opresión. Pero resulta que Italia, Francia, Chile, México, son también de la “civilización y del modo de vida occidental y cristiano”, pero allí no resulta un delito integrar cualquier partido político, formar un parlamento, hacer huelgas, criticar y atacar al gobierno. Y fue precisamente allí, en Europa, en esos dos grandes países citados en primer término, donde existieron regímenes del tipo al que pretende arrastrarnos Onganía y donde, como el tiempo lo probó, los verdaderos e infames enemigos de La Nación fueron sus dictadores: Benito Mussolini y Pierre Laval.

Pero el País Argentino no se convertirá definitivamente, en una especie de propiedad feudal de Onganía y de los monopolios extranjeros. Ni el incipiente corporativismo podrá jamás concretarse. El pueblo argentino luchará constantemente por su autodeterminación, fundamental mente política y económica. El oscuro período de la historia que nos toca vivir, será superado por la acción conjunta, constante, perseverante, de los trabajadores, de los estudiantes, de todos los hombres y mujeres progresistas que, con sus esfuerzos, con sus sacrificios, iluminarán el panorama de la Patria, se proyectarán hacia el porvenir y definirán, con absoluta claridad, quiénes fueron los verdaderos enemigos de la Nación y quienes fueron los verdaderos servidores de los ideales patrióticos y populares de Justicia Social y Liberación Nacional.

 

 

UN COMPAÑERO

                                                                                                                                                        (Seudónimo de Tosco)