REVISTA
“ANÁLISIS”
LAS
LINEAS DE LA REBELIÓN
En
su edición N° 461 (semana del 13 al 19 del corriente mes / de Enero) la
revista de noticias “Análisis” inserta en su portada la fotografía de
nuestro compañero Agustín Tosco y en sus páginas interiores una extensa nota
titulada “LAS LINEAS DE LA REBELIÓN” en la que analiza los problemas de
conducción del movimiento obrero argentino.
La
primera parte del artículo está dedicada a la trayectoria de lucha del compañero
Tosco y a la posición del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba y de la CGT de
los argentinos, incluyendo un reportaje a nuestro secretario general. El
análisis
se hace extensivo en su parte final a la actitud de otros sectores del
movimiento obrero, y esta ilustrado con notas gráficas de los compañeros
Ongaro, Ramón Contreras, Miguel Correa y Alejo Simó, como así también del
secretario de la Federación de Luz y Fuerza, Félix Pérez (“ viraje hacia la
oposición”, reza el epígrafe de éste) y una fotografía de la última reunión
celebrada por el nucleamiento de las 62 organizaciones en el orden nacional.
Por ser de actualidad y por que toca muy de cerca de nuestra organización,
hemos de reproducir en esta página el texto completo del artículo de
referencia.
Agustín
Tosco es pudoroso, esquivo a las tentaciones publicitarias: suele afirmar que su
única pretensión, como líder obrero, es tener un puesto de trabajo, que es
definitivamente un puesto de lucha. Dicen, también, que Tosco es incorruptible,
duro, difícil y agresivo: esto es, el reverso de la imagen
que muestran algunos de los más notorios líderes sindicales.
Hace
mas de veinte años que Tosco recorre el arduo laberinto gremial. Conoce el
poder del estado paternalista, el de sus enemigos; sabe quienes son sus compañeros
de lucha y hasta donde debe llegar por los cada vez más estrechos senderos del
reformismo.
Hasta
Mayo del año pasado, Tosco era uno de los tantos caciques sindicales de segunda
línea, esos que eran eclipsados por la organización capitalina; pero desde
entonces, los fuegos de Córdoba y Rosario agrandaron sus perfiles y pasó
vertiginosamente a la primera línea junto a Miguel Ángel Correa, Ramón
Contreras y Alejo Simó; fiel al máximo dirigente inconformista, Raimundo
Ongaro, encabezó la rebelión de las bases sindicales e integró el polo
opositor de Córdoba. Allí acordó con Ongaro que la reunión requería mayor
organización. Decidiendo convocarla -en principio- para el sábado 24 de Enero,
también en Córdoba, previa la ratificación fijada para el miércoles 14 en
Buenos Aires.
Tosco
sabia que Ongaro consideraba inoportuno reunirse en Córdoba el sábado 10;
Miguel Angel Correa y Ramón Contreras, que habían entrevistado a Ongaro días
atrás con el propósito de persuadirlo para que concurriera a la reunión, le
habían comunicado la decisión del máximo dirigente: “ díganle a Tosco que
no iré a Córdoba”.
A:¿el fracaso de la reunión perjudica su plan de lucha?
T: no puede hablarse de
fracaso. Solamente hemos postergado el congreso para más adelante, cuando se
encuentre perfectamente organizado.
A:¿qué hará entre tanto?
T: lo de siempre: trabajar en
el sindicato, en el seno del movimiento obrero. Trabajaremos por los mismos
principios que nos llevaron a la lucha de Mayo y Junio, esto es que ratificamos
nuestra posición de seis meses atrás.
A:¿descuenta entonces que el enfrentamiento es inevitable?
T: los conflictos, la
violencia, no brotan como imponderables, son los estallidos lógicos que
culminan procesos de injusticia, de tensiones y fracasos. La permanente agresión
de los factores económicos y políticos que gravitan actualmente en la
Argentina fecunda la réplica; de allí que yo conjeture que el enfrentamiento
es inevitable, aunque no aliente la violencia como arma de combate de los
obreros. La violencia, repito, es el arma de la contraparte: violencia ideológica,
violencia física, que lastima a los más humildes y no tiene réplica adecuada
dentro de las normas legales que administra el estado.
A: como solución, ¿propugna la réplica violenta?
T: yo propugno la paz. Más aún:
creo que la salida más prudente que tiene la Argentina sobre su vista es la
institucional, que se tiene que dar sobre el acuerdo de los sectores populares,
sin trabas ni proscripciones, sin el electoralismo sucio y decadente que buscan
los falsos aristócratas y tecnócratas de turno. Por el contrario, le tengo
profunda desconfianza a los revolucionarios apresurados, a los que propician la
violencia para llevar a la clase obrera a la masacre, al callejón sin salida.
Todos conocemos a muchos revolucionarios que empuñan fusiles, metralletas y
bombas, pero las empuñan detrás de los escritorios o en los cafés. Cuando hay
que salir a la calle no se ve ninguno.
A:¿cree qué habrá salida democrática?
T: creo que la salida democrática
no le conviene al sistema. No digo que los votos de la mayoría sirvan por sí
solos para hacer una revolución,
pero estoy convencido que las definiciones de la mayoría perturban los planes
de los hombres del sistema. Por eso la oligarquía prefiere la razón de las
bayonetas sí es que no puede hacer trampas electorales; allí está la
violencia del sistema.
A: ¿desecha la posibilidad de que las elecciones las ganan limpiamente los
moderados?
T:
si por moderados se entiende a la minoría dirigente, a los conformistas y a su
cortejo de cómplices con máscara de obreros, la desecho, desde luego. Si los
moderados son los modestos, el pueblo trabajador, estoy seguro que vencerán.
Por otra parte, y conste que no quiero recurrir a enfoques populistas, en la
Argentina hay que hablar claro: los que hoy se definen moderados son los que
abusan de la violencia y pretenden que la gente soporte sin chistar toda clase
de atropellos; cuando el pueblo reacciona ponen el grito en el cielo y culpan a
los dirigentes de ser secuaces de las sectas criminales. Hay demasiada confusión
y por eso debemos ponernos de acuerdo en el léxico.
Agustín
Tosco, Elpido Torres y Alejo Simó integran, en Córdoba, una trilogía de
combate realmente singular. Torres, que al igual que Tosco fuera condenado por
los tribunales militares y recientemente liberado, continúa siendo un dirigente
de prestigió entre las masas a pesar de que responde a los lineamientos del
peronismo ortodoxo; es decir que respeta las órdenes de Perón y se maneja con
las tácticas, muchas veces confusas y dilatorias, del aparato peronista, más
conciliador que revolucionario. Simó, un obrero de destacadas virtudes para el
trabajo, está ubicado entre Tosco y Torres: acata en general los programas tácticos
peronistas, pero como es muy perspicaz e inteligente sabe cambiar de marcha;
esto es, adaptarse a las condiciones de lucha.
Los tres líderes, a pesar de las diferencias,
seguramente coincidirán en los programas de lucha que se avecinan: Tosco por
vocación, Simó por razones objetivas y Torres por que tiene que obedecer a Perón,
quien hace poco le encomendó al delegado Paladino planificar la lucha para “
arremeter con todo contra la dictadura”. Perón iniciará las hostilidades
contra el gobierno con dos grandes gigantes del sindicalismo argentino: Luz y
Fuerza y la Unión Obrera Metalúrgica. Pero –básicamente- no desdeñará el
apoyo de los combativos sindicatos del interior, sobre todo los cordobeses y
rosarinos, donde los radicales y marxistas ganaron prestigio a partir de Mayo
del año pasado, precisamente por que ejercitaron planes de acción directa,
plantearon el principio de unidad en la lucha y se rebelaron contra las
conducciones centrales.
Justamente
porque Perón va prescindir del
apoyo de los sindicalistas del interior, éstos están en condiciones de obligar
a la lucha a sus iguales de las áreas industriales capitalinas y bonaerenses,
quienes por razones de prestigio ya no pueden seguirles los pasos a los
colaboracionistas, en trance de ser expulsados del peronismo si es que no
reclaman lo que el gobierno no puede conceder. Las definiciones pues, están en
cierne: los líderes del interior ya
avanzaron lo suficiente durante el año pasado como para que sus actividades
aparezcan sorprendentes; ahora, o mejor dicho dentro de algunas semanas, los que
debieran recuperar las distancias serán los líderes de las “62
organizaciones”, renuentes a seguir a Miguel Gazzera, que al igual que Simó
vio desplazarse la ola desde lejos y planteó la primera escisión en el seno
del peronismo ortodoxo.
Los primeros pasos de la marcha para recuperar las distancias perdidas se
dieron en la noche del jueves 8; en una asamblea realizada en la sede de la Unión
Obrera Metalúrgica, sección capital, con la asistencia de representantes de 43
delegaciones del interior, de 22 federaciones y 8 agrupaciones sindicales, más
los intransigentes Miguel Gazzera, Julio Guillán, Juan Horvath y Andrés
Framini, la mesa directiva de las “62 organizaciones” decidió retirar sus
representantes de la “comisión de los 24”, exigir al gobierno un programa mínimo
de medidas, o caso contrario, la organización de un plan de lucha, y la expulsión
de los 8 dirigentes colaboracionistas: Vicente Roqué (molineros), Maximiano
Castillo (vidrio),Fernando Donaires (papeleros), Juan Rachini (aguas gaseosas),
Gerónimo Izzeta (municipales), Isidro Retondo (gastronómicos), Enrique Chiesa
(refractarios) y Sebastián Montoya (rurales).
Las decisiones, que entraban la ruptura definitiva del peronismo ortodoxo
con el gobierno, colocan a éste en una encrucijada política difícil. En
primer lugar por que ya es notorio que el frente peronista, dividido en sectores
izquierdistas, nacionalistas y tradicionales, estima que el gobierno pasa por un
momento de crisis, que es débil y por lo tanto decidió atacarlo. Después
porque el gobierno aún no precisó sus propias reglas de juego, lo que equivale
a decir que no supo o no quiso instrumentar su fuerza civil de apoyo para
atenuar el ya inevitable embate de los peronistas e izquierdistas, y por último
por que las ofensivas populistas, de innegable sentido político a pesar de los
alegatos sociales y las críticas a la conducción económica, constriñen al
poder central a programar su defensa con medidas que requieran análisis
prudentes: declarar a los gremios en estado de asamblea, por ejemplo, es una de
esas medidas que está siendo estudiada.
Entretanto,
mientras Tosco le encomendó a Ongaro prepare el programa y la nómina de las
organizaciones para la eventual reunión del sábado 24 en Córdoba, a la que el
líder de Paseo Colón desea concurrir con una fuerza peronista considerable,
“por que de lo contrario fracasará”, dijo, el secretario de Luz y Fuerza-“Córdoba no quiere juzgar la conducta de
los peronistas porteños. Yo voy a
tratar de buscar las coincidencias y no las disputas inútiles. En Córdoba voy
a seguir conversando y buscando acuerdos con toda la gente, con todas las
agrupaciones políticas que procuren soluciones nacionales: con los peronistas,
con los radicales, con los curitas del tercer mundo, con quien nos ayude en esta
auténtica lucha popular. Y lo haré, mejor dicho lo seguiremos haciendo, hasta
que triunfemos o hasta que nos aplasten. Por que la lucha es en serio, a
muerte”.
En menos de 8 meses mucho fue lo que dijo Tosco: que no aceptaba las reglas del juego que
le ofrecían los poderes constituidos, que tampoco aceptaba los consejo
de los dirigentes obreros moderados, que escuchaba más a los marxistas que a
los peronistas e incluso que podía llegar a enfrentar a Ongaro, si este
demoraba la organización del movimiento rebelde u optaba por la estéril
paragremial, por la violencia anárquica o súper izquierdista.
“no
es cierto que esté enfrentado a Ongaro”, dijo Tosco a ANÁLISIS. “lo que
sucede realmente es que en la CGT de los argentinos estamos acostumbrados a
discutir todos los problemas , a no guardarnos nada, y esa actitud facilita los
pronósticos aventurados de nuestros enemigos, que son los enemigos de la clase
obrera. Para nosotros en cambio, el diálogo es un método eficaz para alcanzar
las verdaderas coincidencias, que son las que en este momento existen con el
compañero Ongaro, como siempre existieron y espero que perduren.”
Pero Tosco no obstante analiza los problemas obreros desde otra perspectiva
que Ongaro: en tanto éste se inclina cada vez más hacia las peligrosas y reducidas soluciones que
tienen por eje la violencia, inspirándose en el sacrificado cura Camilo Torres,
aquel parece haber escogido una línea menos deslumbrante, pero quizá más idónea
de responder genuinamente al mandato conferido por las bases, cuidar el
sindicato, amalgamar los intereses de sus representados a la lucha política y
valorar, con prudencia, la realidad.
A
los 39 años, el líder de Luz y Fuerza de Córdoba pasó por interesantes
instancias políticas. Cuando no había cumplido 20 años era un obrero inquieto
por lo que sucedía en el país; él, por entonces, vislumbraba una etapa
renovadora, con metas políticas más diáfanas; años atrás se había iniciado
en el nacionalismo y como nacionalista fervoroso llegó a coincidir con el
peronismo, pero no tanto como para que se lo pudiera definir como peronista.
Luego, como a tantos otros, las frustraciones y los vaivenes tácticos lo
llevaron a deambular sin meta fija por terrenos políticos e ideológicos antagónicos
al de su origen; pero la experiencia le resultó provechosa: se convenció que
en política no existen los blancos y los negros, los puros y los canallas, sino
hombres que luchan por ideas, intereses concretos y que la gran mayoría de esos
hombres para el caso sus compatriotas persigue objetivos semejantes, aún cuando
esa mayoría esté integrada por peronistas, nacionalistas, radicales y
socialistas. Esta supuesta heterodoxia sirvió a sus críticos para acusarlo de
marxista, de amigo de los comunistas.
ANALISIS: ¿por qué lo acusan de ser marxista?
Tosco: debe ser porque estoy
trabajando por la causa de la justicia social y de la liberación nacional. A mí
no me preocupa que me definan, que me constriñan a vivir encasillado todas esas
personas que simplifican a extremos ridículos los actos de los hombres. En
definitiva es la propia clase trabajadora la que debe definir mi conducta: si
estoy en la defensa de sus intereses, que son los del país, y si soy auténtico
como dirigente. Hace rato que dicen muchas cosas sobre mí y lo seguirán
diciendo. Pero son mis compañeros de Luz y Fuerza los que me secundan y alientan a seguir en la lucha. Aquí en
Luz y Fuerza tenemos elecciones cada dos años, de manera que son los afiliados
los que deciden si Tosco es auténtico como dirigente, si realmente lucho por la
justicia social. Además, en las bases hay reales coincidencias: peronistas y
radicales, por ejemplo, persiguen objetivos políticos idénticos; existe por lo
menos en Córdoba, la polarización que tanto preocupa a la oligarquía.
Con
Tosco a la cabeza, Luz y Fuerza de Córdoba se alzó contra la
Federación que comanda Félix Pérez;
la rebelión posibilitó que Ongaro tuviese a su favor un activo núcleo
perfectamente organizado, y que se quebrara la hasta entonces homogénea
conducción central.
Pérez
y Taccone lamentaron que Tosco –el gringo, como le llaman- se solidarizara con
Ongaro; más de una vez reconocieron que es un auténtico líder, sólido, con
predicamento en las masas, excelente orador y de conducta intachable. Y como es
lógico aún esperan que Tosco retorne a la Federación sobre la base de
coincidencias mínimas; intentarán persuadirlo para programar una acción común,
quizás en Febrero o Marzo, cuando tornen a encenderse los fuegos de la rebelión
obrera contra la política gubernamental.
Tosco,
no obstante, prefiere evitar el tema de su escisión del organismo central de
Luz y Fuerza. Todavía cree que la apertura política que posibilitó a Raimundo
Ongaro tiene más fuerza y perspectivas que todas aquellas que impulsan los
viejos líderes sindicales; es más: a pesar del fracaso del congreso convocado
para el pasado 10 en córdoba, en el cual los dirigentes de las distintas
tendencias iban a discutir el programa de acción para los próximos meses,
Tosco no culpó a Ongaro de abortar la reunión. Se limitó a viajar a Buenos
Aires y visitar al cacique de Paseo Colón, en su casa de Los Polvorines .